Practicar para transitar con mayor bondad

Cuando recibí mi iniciación espiritual descubrí que había una búsqueda sutil, que yo no había percibido, por encontrar la plenitud y que la había buscado fuera. Después de ese descubrimiento me lancé de cabeza al trabajo interno lleno de inocencia al pensar que si me aplicaba tan diligentemente como lo había hecho con el surf, mi sufrimiento y el vacío que experimentaba en mi interior desaparecería en unos cuantos años.

Después de 30 años de práctica ha habido muchos descubrimientos pero uno de los más importantes es que por muy comprometida que esté una persona con su camino interior y por mucho que haya alcanzado, los momentos difíciles, ya sean estos internos o externos, no desaparecerán. Lo que se irá generando es una habilidad y comprensión que nos ayudará a acompañarlos con mayor bondad y poder integrarlos y dejarlos marchar con mayor facilidad.

Yo desde hace un tiempo estoy transitando una experiencia que traduzco como inseguridad. No es fácil sentarme cada día y de forma consciente encontrarme con este “nudo” en mi interior. Sobretodo en mi opera la necesidad de que desaparezca con rapidez y me he visto muchas veces pasando por encima de este miedo para luego tener que desandar el camino. En este trabajo me he acordado mucho de la analogía del maestro Thich Nhat Hanh cuando equipara nuestros estados contraídos con un bebé que está demandando atención ¿Cómo vamos a tratar a ese bebé? ¿Lo ignoraremos, le gritaremos, nos enfadaremos,… ? Como dice este maestro, si vemos a un bebe en estas condiciones trataremos por todos los medios de ver las causas de su sufrimiento y lo acunaremos para que su sufrimiento cese.

Yo estoy aprendiendo que cuando surge el sufrimiento en mí el camino más sano es el de dar apertura, paciencia y mucha autocompasión para poder transitarlo. También estoy descubriendo que el compartir con personas que te saben escuchar es muy sanador y aquí me gustaría introducir algo que considero un descubrimiento muy importante en mi caso. Al igual que cuando tenemos una contractura muscular acudimos a un/a fisioterapeuta, cuando sufrimos de una “contractura” interna que nos desborda nos deberíamos plantear el regalo de ponernos en manos de un profesional de la psicología. Y digo un regalo, porque así ha sido para mí. Después de batallas incontables por mi cuenta y en soledad, ponerme en manos de una psicóloga ha sido una enorme liberación.

Ojalá que maitri, la cualidad de la bondad, esté siempre presente en nuestro camino ya sea que lo transitemos en soledad o acompañad@s.